domingo, 20 de agosto de 2023
NO SOY DE AQUÍ, NI SOY DE ALLÁ
miércoles, 15 de junio de 2022
LA FÁBRICA DE SUEÑOS
La fábrica de sueños – Liana Castello.
Hace muchos, muchos
años, existió un hombre muy bueno que soñaba con cumplir sueños ajenos. Desde
pequeño, los sueños habían sido muy importantes para él. A medida que fue
creciendo, se dio cuenta que a muchas personas les era dificultoso hacer
realidad lo que soñaban y, lo que era peor, a muchos otros, les era imposible
soñar.
Y entonces, soñó la
manera de ayudar a la gente a concretar sus sueños, y como lo soñó con todo el
corazón, lo hizo realidad. Con todos sus ahorros, construyó así la primera (y
única) “Fábrica de sueños”. Muchos dijeron que estaba loco, otros
tanto no y lo ayudaron a cumplir su meta.
Trabajaron muy duro y
construyeron un edificio con muchas oficinas. La fábrica tenía diferentes
dependencias: “Sueños de grandeza”, “Sueños de gloria”, “Sueños
sencillos”, “Sueños de amor” y en el último piso y
atendida por su dueño, estaba la oficina de los “Sueños Imposibles”.
A esta última costaba un
poco llegar, pero se llegaba siempre porque para Mario, su dueño,
no había ningún sueño que no se pudiera hacer realidad.
Luego de mucho trabajo,
muchas críticas y algunos elogios, la fábrica se inauguró. Como de sueños se
trataba y de esos que se sueñan despiertos, cada persona que entraba veía a la
fábrica de diferente manera.
A quienes tenían sueños de grandeza, la fábrica
les parecía el edificio más imponente que hubiesen visto jamás. Por el
contrario, los que soñaban una vida simple, veían en ella sólo una simple
construcción, cálida y agradable.
Dicen que quienes soñaban con ser artistas,
podían escuchar, al entrar, música que nadie tocaba y aplausos que nadie
brindaba.
Los que soñaban con un gran amor, aseguraban
haber sido atendidos por un angelito que los guiaba con una flecha a su destino
tan ansiado. Y como siempre se dijo que “soñar no cuesta nada”, Mario jamás cobró
por sus servicios.
La fábrica trabajaba día
y noche buscando amores correspondidos, teatros a sala llena con público que
aplaudiera de pie, o logrando –simplemente- un helado de siete sabores. Pero,
sin dudas, su mayor esfuerzo era enseñarles a las personas que para los sueños, también hay que trabajar y luchar.
Esta era la parte más
difícil del trabajo de Mario. La gente llegaba a su fábrica
creyendo que, con sólo expresar en voz alta su deseo, el mismo ya podría ser
cumplido.
– “A un sueño, hay que ayudarlo” –decía siempre Mario– “hay
que trabajar para lograr lo que uno desea y a veces mucho” -agregaba
a sus sorprendidos clientes.
Muchos no lo entendían y
se retiraban de la fábrica enojados y desilusionados. Por el contrario, quienes
sí entendían de qué se trataba, trabajaban duramente por lograr su cometido.
Y así era que podía
verse en cada oficina, personas estudiando mucho, entrenando, ensayando,
reflexionando sobre sus defectos para poder hacer felices a otros. Magos que
aprendían trucos sin trucos, payasos que ensayaban rutinas insólitas por lograr
la risa más sonora que se hubiese escuchado jamás.
También había cocineros
probando sabores nuevos, recetas locas, combinaciones exóticas, todo por lograr
el plato ideal, la comida más rica jamás preparada. Había muchos escritores que
borraban, volvían a escribir, hacían bollitos de papel y todo en busca de su
tan ansiado libro y otros, que soñaban con salvar el planeta que iban
recolectando y reciclando todos los residuos que las fábricas generaban.
Fueron tiempos felices,
donde la mayoría de la gente empezó a entender que un sueño no sólo se sueña,
se construye, se defiende, se sostiene y luego se logra.
Dicen, quienes recuerdan
aquellos tiempos, que mientras la fábrica estuvo abierta hubo menos robos y los
noticieros daban más noticias buenas que de las otras. También aseguran que la
gente enfermaba menos y entonces, médicos y enfermeras usaban el tiempo libre
que tenían en concretar sus propios sueños.
Los ahorros de Mario se
iban acabando, mucho había invertido y nada ganaba, sin embargo él no pensaba
en eso y seguía adelante.
– “Deberíamos empezar a cobrar ¿no le parece Mario?”
–preguntaba, Tomás fiel colaborador.
– “De ninguna manera ¡Cobrar por ayudar a cumplir un sueño! ¡Ni
soñando!”
– “Las reservas se acaban, yo sé lo que le digo.” –insistió el
joven.
Sin embargo, Mario hizo
oídos sordos a lo que decía su colaborador. Era consciente que ya casi no había
dinero para sostener la fábrica en marcha, pero su deseo de seguir ayudando pudo
más.
Tomás trataba de ajustar lo más que podía el presupuesto, pero
sabía que tarde o temprano, en realidad, más temprano que tarde, el dinero se
acabaría por completo.
– “¿Has visto Tomás? Esa joven ha encontrado el amor.”
-comentó entusiasmado, un día Mario.
– “No queda plata en el banco” –dijo el joven.
– “A propósito, se ha recibido de doctor Don Julio, a
los setenta años.”
– “Me alegra señor.” –respondió el joven.
– “Pues sonríe entonces ¿dónde está tu alegría?”
– “No hay dinero señor, no lo hay ¿cómo podremos seguir?”
Mario no respondió. No toleraba la idea de perder la fábrica. Y llegó el
día tan temido. La fábrica cerró sus puertas. Mario no fue el
único que sufrió la pérdida, pero si fue el que más lo hizo. Sentado en lo
puerta del gran edificio ya vacío, pensaba en que no había hecho las cosas bien
y se culpaba por no haber escuchado a Tomás.
Comenzó a invadirlo una
gran sensación de fracaso. Al día siguiente de cerrar la fábrica, Tomás volvió
a ella, sabiendo que encontraría a Mario, como siempre, como todos
los días.
Se sentó a su lado, en
el umbral de la puerta. Mario no apartaba la mirada del suelo.
– “He fracasado” –dijo Mario sin mirar al joven.
– “Ya lo veremos” –respondió Tomás.
Mario no entendió las palabras de su amigo, pero no tardaría en
hacerlo.
Con el tiempo comenzó a
darse cuenta que la mayoría de las personas habían aprendido que soñar era
mucho más que desear algo. Vio que el fruto de su esfuerzo se reflejaba en
niños sanos, amores correspondidos, aplausos sentidos y gente feliz.
Se dio cuenta que, a
pesar de que la fábrica hubiese tenido que cerrar sus puertas, la gente no sólo
no había dejado de soñar, sino que trabajaba con ahínco por lograr sus metas.
No había sido en vano,
no había soñado un sueño imposible. Había abierto en cada persona una puerta
que ya no podría volver a cerrarse.
Y entonces fue feliz,
aún más de lo que había sido siempre.
Fin.
CONCLUSIÓN
Todos tenemos
capacidad de alcanzar y hacer realidad nuestras metas, nuestros sueños. Todo lo
que puedes imaginar es posible. Ya sea personal o en grupo. Y para hacerlo, quizás
es importante hacernos algunas preguntas.
¿Qué queremos?
¿Cómo hacemos
para alcanzarlo?
¿Qué nos separa
de nuestra meta?
¿Cómo podemos
organizarnos?
¿En cuánto
tiempo queremos alcanzarlo?
¿Cómo revisamos
si vamos por buen camino?
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viernes, 3 de junio de 2022
LA PERFECTA NATURALEZA DEL SER
LA PERFECTA NATURALEZA DEL SER
EL HOMBRE MULTIDIMENSIONAL.
Cuando algo nos afecta en algún ámbito
de nuestra vida, como por ejemplo el personal, eso se extiende a cualquiera de
nuestros otros dominios. Somos seres
integrales y multidimensionales, y no podemos separar lo que sucede en nuestra
vida privada, en nuestra familia o en nuestras diferentes relaciones.
NUESTROS ROLES
Como seres humanos tenemos muchos
roles. Somos hijos, nietos, padres, abuelos, profesionales, amigos, esposos,
amantes, etc. Parece que cada vez que desempeñamos uno de esos roles, creemos
que simplemente nos cambiamos el sombrero y nos olvidamos del otro. Es posible
que sea así. Pero lo cierto es que somos un solo actor, representando varios
papeles en la obra de teatro de la vida.
Conversando una vez en una reunión con
unos amigos, justamente tratábamos el tema de los diferentes roles y nuestras
actuaciones. Venimos a actuar en esta
obra de teatro, muchos y diferentes papeles. Pero en esencia, siempre seremos
los mismos. El problema es que a veces nos identificamos tanto con el papel que
tenemos, que nos cuesta soltarlo. Es
como si un actor, se cree el personaje y no lo suelta. Lo más probable es que
termine psíquicamente afectado y fuera de sí.
Pues eso es lo que nos sucede cuando
creemos que los papeles que interpretamos son ciertos. Y no lo son. Al final de
la obra, nos quitaremos todos los disfraces y regresaremos de donde vinimos,
tal como llegamos. Entonces:
¿Qué es lo que no te permite disfrutar
la vida?
¿Qué es lo que no te permite disfrutar
la obra de teatro en la que estas participando?
¿Por qué no eres como ese actor, que cuando
finaliza la película, vuelve a ser él mismo, y se deslastra de ese personaje?
De la misma forma que la obra de
teatro trata de transmitir una enseñanza; ¿no será que la vida nos invita a
aprender cuando nos entrega nuestro papel?
Nos creemos el protagonista de la película; pero ¿cuántos protagonistas
existen en esta misma obra? Cada uno de los roles está perfectamente
entrelazado con todos los demás. Todo está
concatenado en esta maravillosa puesta en escena, todo tiene su momento y sigue
su propio ritmo y tempo, ¿te has dado cuenta?
LA HISTORIA PERSONAL
Las ideas que construimos en nuestra
mente, forman parte de la historia que nos contamos, de nuestra historia
personal. Esa historia que nos creemos, y que sólo nosotros sabemos. Nada pasó
tal como lo recordamos, ciertamente algo sucedió, pero lo más probable es que la
interpretación de lo que ocurrió, es lo que nos afecta. Ese personaje que creamos en la historia, que
consideramos importante, fundamental e imprescindible, también lo conocemos
como EGO. Simplemente encierra en él todo aquello que nosotros creemos que es.
Y sin embargo, no es.
En otra conversación, preguntaba
alguien: ¿qué es lo que muere cuando alguien
muere? Mi idea en relación a ese punto, es que lo único que muere es el
EGO, el concepto de esa persona, la historia personal con todas sus interpretaciones. Lo demás se transforma. El cuerpo vuelve a la
naturaleza, la energía a donde pertenece, y la mente se integra a la mente
universal, a la inteligencia divina. Ese EGO, ese concepto de quien era y quien
soy, simplemente ya no existe. Tampoco
existe el karma o la causalidad. Ese EGO
es parte de la ilusión en la cual vivimos; del Maya en el cual respiramos. ¿Somos
capaces de ver la Realidad? Probablemente
no. Solo la interpretamos. Y lo hacemos de acuerdo a nuestros juicios o formas
de ver el mundo. Representamos papeles en la historia de la vida. Cuando creemos
la historia de nuestro papel, sufrimos con ello, sobretodo, cuando ese papel finaliza.
En caso contrario, disfrutaremos lo maravilloso de la vida fuera de las escenas
limitadas.
Lamentablemente vivimos nuestra vida a
la carrera, como en una película. Queremos emular a nuestros héroes; nos han
metido en la cabeza qué debemos hacer y cómo; nos hablan del éxito y el
fracaso, y de: “nunca es suficiente”. Pasamos la vida apurados, sufriendo
porque no tenemos aquello que creemos que nos merecemos, cuando realmente
sucede que no disfrutamos lo que verdaderamente tenemos. Si nos detuviésemos por
un instante y fuésemos capaces de apreciar la vida en su verdadera dimensión, veríamos
que tan agraciados somos, y cuánto le debemos a esta vida. Pero estamos acostumbrados a vivir en la
escasez, en ese espacio en donde lo único que hacemos es quejarnos, porque
siempre esperamos más. Desde que abrimos los ojos, hasta que nos vamos a
dormir, siempre estamos esperando más. Y
no nos damos cuenta de que no disfrutamos lo que tenemos, por estar pendiente
de lo que no tenemos.
Y siempre se buscan nuevos conceptos,
por ejemplo, ahora se nos da una nueva tarea. El tema de moda es buscarle propósito
a nuestra vida. Nos preguntamos: ¿Cuál es nuestro propósito? Comenzamos a
investigar, a averiguar, a leer a aquellos gurúes que nos dicen cuál es nuestro
propósito. Pero resulta ser que ese propósito
está relacionado con el trabajo, no es más que una manipulación de la sociedad.
Nos tienen alienados, alimentando el “nunca es suficiente”. Y como nos da miedo
preguntar, entonces nos involucramos en esa búsqueda de moda. Nos dicen: tienes
un propósito cuando cumples tus sueños, y eso se relaciona con hacer algo útil.
¿Qué utilidad tiene una flor? ¿Para qué existe? ¿Qué utilidad tiene una
cucaracha? ¿Un zamuro? Es simplemente parte de la vida. Y ¿qué es lo que hacen?
¿Se preocupan de su papel en la vida, o simplemente viven a plenitud?
No será que, en lugar de preguntarnos ¿Cuál
es nuestro propósito?, mejor nos preguntamos ¿Por qué no vivimos a plenitud? Y
eso, ¿Qué es? Es vivir en presencia, vivir en estado consciente, en el aquí y
en el ahora. Disfrutar la vida tal como se presenta, sin ponerle títulos, sino
simplemente disfrutando los aromas, los colores, los sonidos, los sabores, las
texturas del mundo que percibimos. Más allá
de eso, no podemos hacer otra cosa. Una rosa se abre de par en par, y entrega
la belleza de su ser, brindando la alegría maravillosa de sus colores, su aroma
y su textura. Pero a ella lo único que la preocupa es ser una rosa. Nada más.
Nos hablan de la búsqueda del sentido
de Viktor Frankl; pero ese ser humano vivió un episodio muy oscuro, en el cual
darle un sentido y tener una esperanza en su vida, le permitió mantenerse de
pie y ayudar a otros, a pesar de estar en un campo de concentración, con todo
lo que eso significa. Nuestro campo de concentración
consiste en vivir en la ilusión, sometidos por nuestro EGO. Suelta ese EGO, y
deja que tu verdadero Ser se manifieste.
Deja que brille la presencia maravillosa de tu consciencia divina,
siendo lo único que verdaderamente puedes ser.
YIN, YANG, TAO.
Para finalizar, en un grupo en el cual
participo, se me ocurrió hacer una pregunta que fue algo así como: Si la verdad
es yang y lo falso es yin, entonces, ¿existe lo falso dentro de lo verdadero y
lo verdadero dentro de lo falso? No es posible.
La verdad no tiene opuestos, por lo tanto no puede ser yin o yang. Nos
hemos acostumbrado a vivir en dualidad, sin embargo hay conceptos que son
únicos, al igual que la realidad. La verdad siempre será lo que es, y no
cambia. Lo que si cambia es nuestra percepción de ella, lo cual tiene que ver
con nosotros, no con la verdad. Por consiguiente, tanto la verdad como la
realidad, que son la misma cosa, representan todo lo que existe, que como decía
Lao Tze, es el Tao o el camino.
LA PERFECTA NATURALEZA DEL SER
Somos seres perfectamente imperfectos,
en búsqueda de la perfección. La perfección es inmanente a nuestro Ser.
Siguiendo la simpleza del Tao, dejemos que el camino nos lleve a los lugares
que debemos transitar, y simplemente dejémonos sorprender a través de la
Presencia, por la belleza de esta maravillosa y única experiencia que es la
Vida.
CONTACTO
En Coaching Digital, estamos para
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generar los cambios que necesitas, agregarle valor a tu vida y a tu negocio, ayudándote
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