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domingo, 20 de agosto de 2023

NO SOY DE AQUÍ, NI SOY DE ALLÁ

 



NO SOY DE AQUÍ NI SOY DE ALLÁ


"Siempre quise saber lo que había detrás de la famosa frase de Facundo Cabral “No soy de aquí ni soy de allá...”, y cuando lo supe, amé esta historia que ahora les cuento:

Tiene tanto tiene qué ver con un sentimiento tan noble y tan poderoso como el amor: el perdón.

El padre de Facundo se fue de su casa antes de que éste naciera. Luego Sara, su madre, fue echada a la calle junto a sus pequeños hijos, y Facundo no tuvo un techo donde nacer, de ahí lo de “No soy de aquí ni soy de allá / no tengo edad ni porvenir / y (a pesar de todo) ser feliz / es mi color de identidad”.

Nació así en La Plata, y se crió en una de las barriadas más pobres de la urbe argentina, como presagio de lo que más adelante la montaña rusa de la vida le depararía: sinsabores, éxitos, fracasos, lucha, amores, desamores y mucho aprendizaje, como preparando al gran apóstol de la música latinoamericana para un camino que no detendría ni su absurda muerte un 9 de julio.

Una noche, tras terminar un concierto en una de las catedrales de la música de Buenos Aires, Facundo, con 46 años a cuestas, se llevó la sorpresa de su vida: en el pasillo lo esperaba su padre.

“Lo reconocí porque era igual a la foto que mi madre siempre había guardado, pero con el pelo cano y las huellas del tiempo reflejadas en su rostro y en sus manos. En el acto supe que era él, porque siempre vi esa foto en la repisa de la cama de mi madre”, contaba Cabral. “Mi padre era muy apuesto. Todo lo contrario a mí, era muy elegante. Ahora, muchísimos años después, estaba allí y me quedé congelado sin saber qué hacer”.

Este era el primer encuentro con su padre. ¿Se imaginan la tormenta de emociones, pensamientos y nerviosismo que azotaban dentro de aquel hombre que paseaba su música por el mundo pregonando la paz, el perdón y el amor? Entonces, ¿qué hacer?

Un día Cabral dijo sobre su padre: “Agotó todo el odio que había acumulado en mí; lo odié tanto y tan profundamente porque había dejado sola a mi madre con siete hijos. Aprendimos todos a tener el cielo por techo y la lucha por sobrevivir se volvió prioridad para los ocho. Murieron cuatro de hambre y frío. Tres sobrevivimos de milagro”.

Ahora, su padre estaba frente a él, y sentía tener todo el derecho de decirle lo que su corazón guardaba. El rencor es un sentimiento tan fuerte como el perdón y Facundo sintió muchas veces que su memoria le alejaría para siempre de aquel hombre. En ese momento, el recuerdo de las palabras de su madre retumbó en su cabeza y en su corazón:

“Vos que caminás tanto, algún día te vas a encontrar con tu padre. ¡No cometas el error de juzgarlo! Recuerda el mandamiento: honrarás al padre y a la madre. Segundo, ese hombre que vas a tener enfrente, es el ser que más amó, más ama y más amará tu madre. Tercero, lo que corresponde es que le des un abrazo y las gracias, porque por él estás gozando las maravillas de Dios en este mundo por el que caminas. La vida que tanto amas no sólo te la dio tu madre, también se la debes a tu padre. No lo olvides”.

El desenlace de este encuentro lo cuenta el mismo Facundo: “Por eso cuando vi a mi padre nos acercamos, nos abrazamos y fuimos grandes amigos hasta el final de sus días. Aquella vez me liberé y dije: ‘Mi Dios, qué maravilloso es vivir sin odio’. Me costó años perdonar y pude hacerlo en un segundo. Y me sentí tan bien”.

El perdón es tan noble y poderoso como el amor.

Texto:  Facundo Cabral.

miércoles, 15 de junio de 2022

LA FÁBRICA DE SUEÑOS




La fábrica de sueños – Liana Castello.

 

Hace muchos, muchos años, existió un hombre muy bueno que soñaba con cumplir sueños ajenos. Desde pequeño, los sueños habían sido muy importantes para él. A medida que fue creciendo, se dio cuenta que a muchas personas les era dificultoso hacer realidad lo que soñaban y, lo que era peor, a muchos otros, les era imposible soñar.

Y entonces, soñó la manera de ayudar a la gente a concretar sus sueños, y como lo soñó con todo el corazón, lo hizo realidad. Con todos sus ahorros, construyó así la primera (y única) “Fábrica de sueños”. Muchos dijeron que estaba loco, otros tanto no y lo ayudaron a cumplir su meta.

Trabajaron muy duro y construyeron un edificio con muchas oficinas. La fábrica tenía diferentes dependencias: “Sueños de grandeza”“Sueños de gloria”“Sueños sencillos”“Sueños de amor” y en el último piso y atendida por su dueño, estaba la oficina de los “Sueños Imposibles”.

A esta última costaba un poco llegar, pero se llegaba siempre porque para Mario, su dueño, no había ningún sueño que no se pudiera hacer realidad.

Luego de mucho trabajo, muchas críticas y algunos elogios, la fábrica se inauguró. Como de sueños se trataba y de esos que se sueñan despiertos, cada persona que entraba veía a la fábrica de diferente manera.

A quienes tenían sueños de grandeza, la fábrica les parecía el edificio más imponente que hubiesen visto jamás. Por el contrario, los que soñaban una vida simple, veían en ella sólo una simple construcción, cálida y agradable.

Dicen que quienes soñaban con ser artistas, podían escuchar, al entrar, música que nadie tocaba y aplausos que nadie brindaba.

Los que soñaban con un gran amor, aseguraban haber sido atendidos por un angelito que los guiaba con una flecha a su destino tan ansiado. Y como siempre se dijo que “soñar no cuesta nada”Mario jamás cobró por sus servicios.

La fábrica trabajaba día y noche buscando amores correspondidos, teatros a sala llena con público que aplaudiera de pie, o logrando –simplemente- un helado de siete sabores. Pero, sin dudas, su mayor esfuerzo era enseñarles a las personas que para los sueños, también hay que trabajar y luchar.

Esta era la parte más difícil del trabajo de Mario. La gente llegaba a su fábrica creyendo que, con sólo expresar en voz alta su deseo, el mismo ya podría ser cumplido.

– “A un sueño, hay que ayudarlo” –decía siempre Mario– hay que trabajar para lograr lo que uno desea y a veces mucho -agregaba a sus sorprendidos clientes.

 

Muchos no lo entendían y se retiraban de la fábrica enojados y desilusionados. Por el contrario, quienes sí entendían de qué se trataba, trabajaban duramente por lograr su cometido.

Y así era que podía verse en cada oficina, personas estudiando mucho, entrenando, ensayando, reflexionando sobre sus defectos para poder hacer felices a otros. Magos que aprendían trucos sin trucos, payasos que ensayaban rutinas insólitas por lograr la risa más sonora que se hubiese escuchado jamás.

También había cocineros probando sabores nuevos, recetas locas, combinaciones exóticas, todo por lograr el plato ideal, la comida más rica jamás preparada. Había muchos escritores que borraban, volvían a escribir, hacían bollitos de papel y todo en busca de su tan ansiado libro y otros, que soñaban con salvar el planeta que iban recolectando y reciclando todos los residuos que las fábricas generaban.

Fueron tiempos felices, donde la mayoría de la gente empezó a entender que un sueño no sólo se sueña, se construye, se defiende, se sostiene y luego se logra.

Dicen, quienes recuerdan aquellos tiempos, que mientras la fábrica estuvo abierta hubo menos robos y los noticieros daban más noticias buenas que de las otras. También aseguran que la gente enfermaba menos y entonces, médicos y enfermeras usaban el tiempo libre que tenían en concretar sus propios sueños.

Los ahorros de Mario se iban acabando, mucho había invertido y nada ganaba, sin embargo él no pensaba en eso y seguía adelante.

– “Deberíamos empezar a cobrar ¿no le parece Mario?” –preguntaba, Tomás fiel colaborador.

 

– “De ninguna manera ¡Cobrar por ayudar a cumplir un sueño! ¡Ni soñando!”

 

– “Las reservas se acaban, yo sé lo que le digo.” –insistió el joven.

 

Sin embargo, Mario hizo oídos sordos a lo que decía su colaborador. Era consciente que ya casi no había dinero para sostener la fábrica en marcha, pero su deseo de seguir ayudando pudo más.

Tomás trataba de ajustar lo más que podía el presupuesto, pero sabía que tarde o temprano, en realidad, más temprano que tarde, el dinero se acabaría por completo.

– “¿Has visto Tomás? Esa joven ha encontrado el amor.” -comentó entusiasmado, un día Mario.

 

– “No queda plata en el banco” –dijo el joven.

 

– “A propósito, se ha recibido de doctor Don Julio, a los setenta años.”

 

– “Me alegra señor.” –respondió el joven.

 

– “Pues sonríe entonces ¿dónde está tu alegría?”

 

– “No hay dinero señor, no lo hay ¿cómo podremos seguir?”

 

Mario no respondió. No toleraba la idea de perder la fábrica. Y llegó el día tan temido. La fábrica cerró sus puertas. Mario no fue el único que sufrió la pérdida, pero si fue el que más lo hizo. Sentado en lo puerta del gran edificio ya vacío, pensaba en que no había hecho las cosas bien y se culpaba por no haber escuchado a Tomás.

Comenzó a invadirlo una gran sensación de fracaso. Al día siguiente de cerrar la fábrica, Tomás volvió a ella, sabiendo que encontraría a Mario, como siempre, como todos los días.

Se sentó a su lado, en el umbral de la puerta. Mario no apartaba la mirada del suelo.

– “He fracasado” –dijo Mario sin mirar al joven.

 

– “Ya lo veremos” –respondió Tomás.

 

Mario no entendió las palabras de su amigo, pero no tardaría en hacerlo.

Con el tiempo comenzó a darse cuenta que la mayoría de las personas habían aprendido que soñar era mucho más que desear algo. Vio que el fruto de su esfuerzo se reflejaba en niños sanos, amores correspondidos, aplausos sentidos y gente feliz.

Se dio cuenta que, a pesar de que la fábrica hubiese tenido que cerrar sus puertas, la gente no sólo no había dejado de soñar, sino que trabajaba con ahínco por lograr sus metas.

No había sido en vano, no había soñado un sueño imposible. Había abierto en cada persona una puerta que ya no podría volver a cerrarse.

Y entonces fue feliz, aún más de lo que había sido siempre.

Fin.

 

 

CONCLUSIÓN

 

Todos tenemos capacidad de alcanzar y hacer realidad nuestras metas, nuestros sueños. Todo lo que puedes imaginar es posible. Ya sea personal o en grupo. Y para hacerlo, quizás es importante hacernos algunas preguntas.

¿Qué queremos?

¿Cómo hacemos para alcanzarlo?

¿Qué nos separa de nuestra meta?

¿Cómo podemos organizarnos?

¿En cuánto tiempo queremos alcanzarlo?

¿Cómo revisamos si vamos por buen camino?

 

CONTACTO

 

En Coaching Digital, estamos para apoyarte en tu crecimiento, desarrollo personal u organizacional, ayudándote a generar los cambios que necesitas, agregarle valor a tu vida y a tu negocio, ayudándote a alcanzar tu máximo potencial. Hacemos consultas en forma presencial o en línea. Nos adaptamos a tus horarios, para trabajar el tema que te interese.  Contáctanos vía correo a fdelisau@gmail.com, o por mi celular whatsapp +58-424-3306767. Puedes escucharnos, los martes de 9:00 am a 10 am, por Radio Capital 710 AM (www.radiocapital710.com).  También puedes seguir mis cuentas de Instagram @sincrosinergia y @coach.digital.vzla o revisar el blog:

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viernes, 3 de junio de 2022

LA PERFECTA NATURALEZA DEL SER

 



LA PERFECTA NATURALEZA DEL SER





EL HOMBRE MULTIDIMENSIONAL.

 

Cuando algo nos afecta en algún ámbito de nuestra vida, como por ejemplo el personal, eso se extiende a cualquiera de nuestros otros dominios.  Somos seres integrales y multidimensionales, y no podemos separar lo que sucede en nuestra vida privada, en nuestra familia o en nuestras diferentes relaciones.

 

NUESTROS ROLES

 

Como seres humanos tenemos muchos roles. Somos hijos, nietos, padres, abuelos, profesionales, amigos, esposos, amantes, etc. Parece que cada vez que desempeñamos uno de esos roles, creemos que simplemente nos cambiamos el sombrero y nos olvidamos del otro. Es posible que sea así. Pero lo cierto es que somos un solo actor, representando varios papeles en la obra de teatro de la vida.

 

Conversando una vez en una reunión con unos amigos, justamente tratábamos el tema de los diferentes roles y nuestras actuaciones.  Venimos a actuar en esta obra de teatro, muchos y diferentes papeles. Pero en esencia, siempre seremos los mismos. El problema es que a veces nos identificamos tanto con el papel que tenemos, que nos cuesta soltarlo.  Es como si un actor, se cree el personaje y no lo suelta. Lo más probable es que termine psíquicamente afectado y fuera de sí.

 

Pues eso es lo que nos sucede cuando creemos que los papeles que interpretamos son ciertos. Y no lo son. Al final de la obra, nos quitaremos todos los disfraces y regresaremos de donde vinimos, tal como llegamos. Entonces:

¿Qué es lo que no te permite disfrutar la vida?

¿Qué es lo que no te permite disfrutar la obra de teatro en la que estas participando?

 ¿Por qué no eres como ese actor, que cuando finaliza la película, vuelve a ser él mismo, y se deslastra de ese personaje?

 

De la misma forma que la obra de teatro trata de transmitir una enseñanza; ¿no será que la vida nos invita a aprender cuando nos entrega nuestro papel?  Nos creemos el protagonista de la película; pero ¿cuántos protagonistas existen en esta misma obra? Cada uno de los roles está perfectamente entrelazado con todos los demás.  Todo está concatenado en esta maravillosa puesta en escena, todo tiene su momento y sigue su propio ritmo y tempo, ¿te has dado cuenta?

 

LA HISTORIA PERSONAL

 

Las ideas que construimos en nuestra mente, forman parte de la historia que nos contamos, de nuestra historia personal. Esa historia que nos creemos, y que sólo nosotros sabemos. Nada pasó tal como lo recordamos, ciertamente algo sucedió, pero lo más probable es que la interpretación de lo que ocurrió, es lo que nos afecta.  Ese personaje que creamos en la historia, que consideramos importante, fundamental e imprescindible, también lo conocemos como EGO. Simplemente encierra en él todo aquello que nosotros creemos que es. Y sin embargo, no es.

 

En otra conversación, preguntaba alguien: ¿qué es lo que muere cuando alguien  muere? Mi idea en relación a ese punto, es que lo único que muere es el EGO, el concepto de esa persona, la historia personal con todas sus interpretaciones.  Lo demás se transforma. El cuerpo vuelve a la naturaleza, la energía a donde pertenece, y la mente se integra a la mente universal, a la inteligencia divina. Ese EGO, ese concepto de quien era y quien soy, simplemente ya no existe.  Tampoco existe el karma o la causalidad.  Ese EGO es parte de la ilusión en la cual vivimos; del Maya en el cual respiramos. ¿Somos capaces de ver la Realidad?  Probablemente no. Solo la interpretamos. Y lo hacemos de acuerdo a nuestros juicios o formas de ver el mundo. Representamos papeles en la historia de la vida. Cuando creemos la historia de nuestro papel, sufrimos con ello, sobretodo, cuando ese papel finaliza. En caso contrario, disfrutaremos lo maravilloso de la vida fuera de las escenas limitadas.

 

Lamentablemente vivimos nuestra vida a la carrera, como en una película. Queremos emular a nuestros héroes; nos han metido en la cabeza qué debemos hacer y cómo; nos hablan del éxito y el fracaso, y de: “nunca es suficiente”. Pasamos la vida apurados, sufriendo porque no tenemos aquello que creemos que nos merecemos, cuando realmente sucede que no disfrutamos lo que verdaderamente tenemos. Si nos detuviésemos por un instante y fuésemos capaces de apreciar la vida en su verdadera dimensión, veríamos que tan agraciados somos, y cuánto le debemos a esta vida.  Pero estamos acostumbrados a vivir en la escasez, en ese espacio en donde lo único que hacemos es quejarnos, porque siempre esperamos más. Desde que abrimos los ojos, hasta que nos vamos a dormir, siempre estamos esperando más.  Y no nos damos cuenta de que no disfrutamos lo que tenemos, por estar pendiente de lo que no tenemos.

 

Y siempre se buscan nuevos conceptos, por ejemplo, ahora se nos da una nueva tarea. El tema de moda es buscarle propósito a nuestra vida. Nos preguntamos: ¿Cuál es nuestro propósito? Comenzamos a investigar, a averiguar, a leer a aquellos gurúes que nos dicen cuál es nuestro propósito.  Pero resulta ser que ese propósito está relacionado con el trabajo, no es más que una manipulación de la sociedad. Nos tienen alienados, alimentando el “nunca es suficiente”. Y como nos da miedo preguntar, entonces nos involucramos en esa búsqueda de moda. Nos dicen: tienes un propósito cuando cumples tus sueños, y eso se relaciona con hacer algo útil. ¿Qué utilidad tiene una flor? ¿Para qué existe? ¿Qué utilidad tiene una cucaracha? ¿Un zamuro? Es simplemente parte de la vida. Y ¿qué es lo que hacen? ¿Se preocupan de su papel en la vida, o simplemente viven a plenitud?

 

No será que, en lugar de preguntarnos ¿Cuál es nuestro propósito?, mejor nos preguntamos ¿Por qué no vivimos a plenitud? Y eso, ¿Qué es? Es vivir en presencia, vivir en estado consciente, en el aquí y en el ahora. Disfrutar la vida tal como se presenta, sin ponerle títulos, sino simplemente disfrutando los aromas, los colores, los sonidos, los sabores, las texturas del mundo que percibimos.  Más allá de eso, no podemos hacer otra cosa. Una rosa se abre de par en par, y entrega la belleza de su ser, brindando la alegría maravillosa de sus colores, su aroma y su textura. Pero a ella lo único que la preocupa es ser una rosa. Nada más.

 

Nos hablan de la búsqueda del sentido de Viktor Frankl; pero ese ser humano vivió un episodio muy oscuro, en el cual darle un sentido y tener una esperanza en su vida, le permitió mantenerse de pie y ayudar a otros, a pesar de estar en un campo de concentración, con todo lo que eso significa.  Nuestro campo de concentración consiste en vivir en la ilusión, sometidos por nuestro EGO. Suelta ese EGO, y deja que tu verdadero Ser se manifieste.  Deja que brille la presencia maravillosa de tu consciencia divina, siendo lo único que verdaderamente puedes ser.

 

YIN, YANG, TAO.

 

Para finalizar, en un grupo en el cual participo, se me ocurrió hacer una pregunta que fue algo así como: Si la verdad es yang y lo falso es yin, entonces, ¿existe lo falso dentro de lo verdadero y lo verdadero dentro de lo falso? No es posible.  La verdad no tiene opuestos, por lo tanto no puede ser yin o yang. Nos hemos acostumbrado a vivir en dualidad, sin embargo hay conceptos que son únicos, al igual que la realidad. La verdad siempre será lo que es, y no cambia. Lo que si cambia es nuestra percepción de ella, lo cual tiene que ver con nosotros, no con la verdad. Por consiguiente, tanto la verdad como la realidad, que son la misma cosa, representan todo lo que existe, que como decía Lao Tze, es el Tao o el camino.



 


LA PERFECTA NATURALEZA DEL SER

 

Somos seres perfectamente imperfectos, en búsqueda de la perfección. La perfección es inmanente a nuestro Ser. Siguiendo la simpleza del Tao, dejemos que el camino nos lleve a los lugares que debemos transitar, y simplemente dejémonos sorprender a través de la Presencia, por la belleza de esta maravillosa y única experiencia que es la Vida.

 

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