Mamá no siempre fue grande.
Hubo un tiempo en que ella era una niña pequeñita al cuidado de su familia. Posiblemente atravesó pérdidas y también tuvo mucho miedo...
Su corazón tuvo que cerrarse para protegerse... no lo hizo a propósito. La nena que fue no supo qué hacer para sanar sus propias heridas. Era tan sólo una niña asustada intentando sobrevivir.
Un día la niñita creció pero en el fondo siguió siendo esa pequeña que buscaba protección.
Se convirtió en mamá y dio lo que creyó era mejor para sus hijos.
No podía dar más de lo que daba. No era consciente. El corazón se cerró.
Cuando te tuvo todas las heridas seguían abiertas y quizá no podía darte lo que tú en tu anhelo de amor querías.
No se justifica... es sólo que el camino se vuelve más ligero cuando entiendes un poquito su historia y te haces consciente que hay corazones que por más que quieran no pueden abrirse.
Si no das un paso adelante y te permites liberarte de esas expectativas pasarás toda la vida esperando que tu mamá cambie y tú nunca crecerás. Dar un pasito, aunque sea con dolor y miedo, abre el Universo para que sanes tu relación contigo mismo.
Puede ser que mamá ya no esté en este plano, pero su recuerdo vive en ti y por eso existe. Aún es posible sanar lo que se lastimó dentro de ti.
No es tu trabajo sanar a mamá, ni siquiera entenderla. Lo mejor que puedes hacer es tener la disposición de sanar, aunque nunca entiendas toda la historia y aunque nunca te puedas responder el por qué.
Visualizala frente a ti y en voz alta di: "Mamá intentaré recibir tu amor tal y como es, sin juzgarlo y sin esperar que sea distinto. "
Recuerda que mamá no siempre fue grande.
—Psicóloga Patricia Reza
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